La maniobra
de Kristeller es un
proceso de parto que
se utiliza para hacer salir al bebé con
mayor rapidez a través del canal vaginal,
durante la fase de expulsión.Es una técnica de obstetricia algo
habitual en las clínicas y hospitales alrededor del mundo, a pesar del riesgo
implícito que conlleva, tanto a la madre como al niño que se encuentra en su
vientre.
Se realiza empujando con los puños o el antebrazo la
parte superior del útero coincidiendo con la contracción y el empuje de la
madre. La técnica debe aplicarse de una forma muy controlada a la vez que se produce
una contracción uterina para ayudar a nacer al bebé en la última parte del
parto.
Se aplica en casos puntuales y con mucha cautela, por
varias circunstancias extremas:
·
Cuando el expulsivo por la vía vaginal es muy
prolongado, y por lo tanto, arriesgado para la madre y el niño.
·
Cuando el bebé es muy grande pero está en la
posición correcta
·
Cuando la madre está cansada y no tiene la
fuerza suficiente por la anestesia epidural.
El uso de la maniobra de Kristeller no significa que algo
vaya mal en el proceso, sino que es una ayuda más para el parto. Siempre la
deberá realizar un profesional, ya sea ginecólogo o matrona.
La maniobra de Kristeller ha sido ampliamente cuestionada
en diversos círculos médicos, por el impacto físico que eventualmente puede
ocasionar. Según opina la OMS, es una práctica poco segura y no recomendada.
Incluso, la considera anticuada y algo riesgosa, ya que una maniobra mal hecha
podría provocar graves problemas como el desprendimiento de la placenta y
ruptura uterina, o bien, fracturas en el bebé.
A pesar de que sigue siendo ampliamente utilizada (a
menudo en casos donde no hay ninguna urgencia), esta medida se ha prohibido por
ley en muchos países europeos (por ejemplo, en el Reino Unido). En Italia, se
recomienda la adopción de parto vaginal en lugar de una cesárea,2 a pesar de
que durante la distocia (lapso anormal en el transcurso del parto), esta
maniobra puede ser elegible.3 En numerosos países del resto del mundo esta
técnica está proscrita, y en muchos otros se sigue usando sin consenso ni
aprendizaje y sin reflejarlo en la historia clínica.
En el Foro Internacional del Parto (Roma, 2005) se
estableció que era imposible cuantificar el daño causado a las parturientas y a
los recién nacidos por dicha maniobra, ya que muchas veces no se registran por
posibles litigios por mala praxis.
Mientras tanto, la Sociedad Española de Ginecología y
Obstetricia, en sus recomendaciones de 2007, afirma que esta maniobra está
contraindicada para facilitar el descenso del feto. Según la Sociedad, puede
causar a la madre traumatismos que van desde hematomas y dolor en las
inserciones musculares y fractura de costillas, hasta hemorragias graves
producto de la ruptura del útero o inversión uterina. En casos extremos, puede
incluso conducir a la extirpación del útero. En cuanto al bebé, también puede
producirle traumatismos y lesiones como las del plexo braquial, que provocan la
parálisis de Erb-Duchenne.
La Maniobra de Ritgen es un procedimiento obstétrico para la
atención de la segunda fase del parto (cuando el feto es expulsado) que tiene
como finalidad la protección del periné de la madre cuando la vía del
nacimiento es vaginal y en presentación cefálica, pretendiéndose evitar
especialmente los desgarros perineales. Esta maniobra de hace parte de la
atención tipo "hands-on" ("manos-en") de la segunda etapa
del parto,1 esto es, de aquella atención en la que se manipula el periné, en
contraposición a la atención tipo "hands-poised"
("manos-quietas"), en la cual no se toca el periné en ningún momento
de dicha segunda etapa. La evidencia recolectada sobre la utilidad de la maniobra
de Ritgen no es clara, por lo que su recomendación como procedimiento de
protección del periné materno aún no puede proclamarse o negarse.
Maniobra de Brandt-Andrews es un método para la extracción de
la placenta del útero en el tercer estadio del parto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario